Un elefante se balanceaba
- Julio Sandoval
- 6 nov 2017
- 2 Min. de lectura
Todos hemos escuchado esa canción de pequeños, ese grupo de elefantes que se balanceaban sobre la tela de una araña. Pues este animal es el protagonista de nuestra historia. En el Museo de Ciencias Naturales de Madrid, fundado por Carlos III,y que se trasladó a su actual ubicación en 1898 desde el Real Gabinete de Historia Natural en la calle Alcalá.
En un inicio, la colección se nutrió de las colecciones de Pedro Franco Dávila y de diferentes donaciones. Resulta, que ya entrado el s. XX, que el XVII Duque de Alba, Jacobo Fitz-James Stuart y Falcó (padre de Cayetana y abuelo del actual duque), regaló al museo un elefante que había cazado en Sudán en uno de sus safaris. El paquidermo muerto fue llevado al laboratorio del taxidermista, José Luis Benedito, para ser adecuado para su exposición.

El Grande de España en el Palacio de Liria.
Este personaje, uno de los primeros taxidermistas de España y precursor de una saga familiar dedicada al oficio, tenía buenas dotes con el cincel y dando una apariencia real, pero sus nociones de biología eran algo escasas. A punto de rematar la obra y dejar de coser la dura piel del elefante,una vez estaba todo hecho, el taxidermista puso los testículos por la parte externa de la piel. La biología nos dice que estos lo llevan en la parte interior de la piel y no al aire al más puro estilo caballo de Espartero o del toro de Osborne que puebla nuestras carreteras.
El Grande de España no sólo donó el elefante con buenos testículos sino también una jirafa que cazó también en África en 1917. Jacobo Fitz-Jamés no sólo se dedicó a la caza, fue embajador en Londres, procurador en Cortes y uno de los principales valedores de la monarquía durante el Franquismo. Cuenta una anécdota que Franco pidió al duque celebrar la puesta de largo de Carmencita y Cayetanita juntos, a lo que el notable respondió “Excelencia, siempre hubo clases y clases”. Parece ser que no comprendió mucho Franco que en lugar de una exaltación a su figura el comentario lo dejaba por los suelos.

El paquidermo de Osborne. Fuente: Museo Nacional de Ciencias Naturales.
Volviendo al tema del elefante, no duden en admirarlo en el Museo de Ciencias Naturales de Madrid, próximo a Nuevos Ministerios, junto con otros animales sorprendentes. Parafraseando a Forrest Gump, Madrid es una caja que esconde muchas sorpresas.
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