La emperatriz de Lavapiés
- Diego Alatriste
- 31 jul 2017
- 2 Min. de lectura
“Cuando llegues a Madrid chulona mía,
voy a hacerte emperatriz de Lavapiés”
“Madrid” de Agustín Lara.
Hoy hemos querido comenzar este artículo con el famoso chotis porque vamos a hablar de las emperatrices de este barrio tan castizo. Corría el año 1781 y el mejor alcalde de Madrid, nuestro Carlos III, creó la Real Fábrica de Aguardientes, Naipes y Papel sellado en la calle de los embajadores. La fábrica se fue desarrollando y creciendo hasta que los franceses cuando iban camino de a Portugal ocuparon España, y su capital. Napoleón había engañado a los monarcas españoles y al real príncipe para poner a su hermano como rey.

Cigarreras. Gonzalo Bilbao. Fuente: Museo de Bellas Artes de Sevilla.
Ya con José I Bonaparte, Pepe Botella para la población, la factoría pasó a convertirse en acuartelamiento para las tropas francesas. Estos soldados entraron y se vieron bien provistos de comida, bebida y entretenimiento. Todo era perfecto hasta que surgió un problema, ¡Que no hay de fumar! decían los soldados en su francés natal. El rey, ilustrado como era, veló por sus soldados y les llevó unas ochocientas cigarreras al acuartelamiento. Ante la demanda de negocio, hasta seis mil cigarreras se trasladaron al barrio en busca de trabajo.
Con la masificación de manolas cigarreras, gremio de armas tomar, comenzaron las tensiones. Al ser un colectivo bien pagado, muchas de estas mujeres fueron independientes y comenzaron a realizar exigencias. Cuando estas no eran escuchadas, Madrid se quedaba sin tabacos y ellas al grito de “Arriba Niñas” se enfrentaban a la autoridad. Ante su tenacidad e influencia fueron escuchadas, llegando a ser el único y primer trabajo con guardería hasta hace relativamente poco. Todo esto hizo que otros colectivos femeninos como lavanderas, criadas, modistas y violeteras, sí como la canción de Sara Montiel, se enzarzaban con ellas. Esta disputa hacía que hubiera alguna pelea y corrieran las coplas por Madrid: “fábrica de tabaco si te cayeras y pillaras debajo a las cigarreras”.

Tabacalera a principios del S. XX. Fuente: La Tabacalera.
Con sus altos y sus bajos, estas mujeres fueron las encargadas de surtir Madrid con cigarros y puros procedentes de este edificio. En el mismo se trabajó ininterrumpidamente hasta el año 2000, cuando el edificio fue abandonado por la privatización de Altadis. No fue hasta el 2010 cuando el edificio volvió a estar transitado, esta vez como centro cultural y edificio histórico.
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