El hijo del trueno
- Diego Alatriste
- 24 jul 2017
- 3 Min. de lectura
El día de hoy se celebra la festividad de Santiago Apóstol, patrón de España. En el siguiente artículo vamos a abordar el tema de su presencia en nuestro país y las diferentes apariciones del mismo.
Santiago de Zebedeo, Jacobo para los amigos, era un pescador de Genesaret que se sintió atraído por Jesús, un rabino que viajaba enseñando sobre las escrituras y al que consideraban mesías. Junto con él, su hermano Juan, formaría parte de este grupo de seguidores más cercanos del Maestro. Ambos hermanitos serían conocidos como los hijos del Trueno por el carácter de su progenitor, aunque ellos no andaban cortos. Se cuenta en los Evangelios que ambos hermanos pidieron a Dios que destruyera una ciudad impía de Samaria, unos angelitos vamos.

Santiago apóstol en la barca de piedra. Iglesia de Padrón.
Bueno, volvamos al tema. Tras la condena y muerte del Maestro, los discípulos estaban escondidos en Jerusalén y se les aparece en Pentecostés. Tras este día se produce una diáspora de seguidores y cada uno va hacia un punto del Imperio. Ahora bien, según historiadores varios, entre ellos Flavio Josefo, se dice que Santiago fue el encargado de guiar a la comunidad de Jerusalén hasta su martirio, acusado por el Sumo Sacerdote. Aunque, por otro lado, a este Santiago se le denomina como hermano de Jesús y Jacobo no era hermano de Jesús si no de Juan. Hipótesis a un lado, nos quedamos con que pudo viajar a Hispania.
El enviado llegaría probablemente a cualquier puerto de la costa mediterránea, claramente por proximidad, y comenzó su vagar, probablemente desde Cartago Nova o Tarraco. Cuentan algunos textos que éste se hizo con un grupo de fieles y que en la Caesar Augusta (Zaragoza) se le apareció María, madre de Jesús, sobre un Pilar. Si señores, el origen de la Virgen del Pilar se remonta al año 40 d.C. (claramente). Este grupo de fieles sería enviado a Roma para que Pedro, la Piedra de la naciente Iglesia, los nombrara obispos y pudieran seguir evangelizando su tierra natal.
Con el trabajo hecho, Santiago vuelve a la ciudad de Jerusalén para acompañar a la Virgen, junto a los primeros discípulos, en su muerte o Dormición. Tras la desaparición de la matriarca, éste se quedó en la ciudad predicando y moriría martirizado por Herodes Agripa I. La condena fue morir degollado. Tras la ejecución el cuerpo sería llevado a una fosa común para delincuentes y de allí robado por sus seguidores. Estos querían llevarlo al lugar donde había predicado.

Santiago peregrino de la fachada barroca del Obradoiro.
Dicho y hecho, los discípulos embalsaman el cuerpo y lo ponen en un barco, según la leyenda de piedra, para surcar el Mare Nostrum y la costa atlántica peninsular hasta llegar a Gallaecia. Cuando desembarcan en Iria Flavia, donde unos pimientos pican y otros no, montan el cuerpo en un carro de bueyes hasta llevarlo a un monte y enterrarlo. Ahí reposará el hijo del trueno durante unos siglos.
Será allí donde en el S. IX, el obispo de la ciudad lo descubrió, pero hasta años más tarde, cuando un ermitaño vio muchas estrellas en el cielo (un campus stellae), Alfonso II el casto edificaría la primera iglesia para guardar los restos del supuesto apóstol. Sobre esta iglesia descansan otras dos, un románica y otra barroca como armazón para la primera. Destacar que forma parte de la románica el famosísimo Pórtico de la Gloria.
Ya con Santiago bajo techo, a lo largo de la Edad Media proliferó el camino para visitar los restos y el santo se hizo famoso por aparecerse varias veces, montado en un caballo blanco (de Santiago), para arengar a las huestes cristianas frente a las tropas moras. Es más, durante los siglos se conservó como grito de guerra en la infantería española la voz: ¡Santiago y cierra, España!.

Santiago matamoros en la batalla de Clavijo. Catedral de Burgos.
Sin duda, el descubrimiento de los restos y la construcción de la iglesia hizo, que Santiago se convirtiera junto con Roma y Jerusalén en uno de los principales puntos de peregrinación de toda la Cristiandad. Es más, en la actualidad, mareas de peregrinos vienen de todas partes del mundo, creyentes o no, para vivir la experiencia Jacobea.
Comments