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El último gran pirata del Mediterráneo

  • Foto del escritor: Diego Alatriste
    Diego Alatriste
  • 4 jun 2017
  • 3 Min. de lectura

El abogado y político catalán Francisco Cambó denominó al también político y empresario Juan March de esta manera: “El último gran pirata del Mediterráneo”. A continuación, vamos a analizar brevemente la vida de este curioso personaje y su importancia en la historia reciente de nuestro país y de Europa.


Nacido en el seno de una familia campesina de las Islas Baleares, muy pronto empezó a trabajar en el negocio familiar, la cría de cerdos. Con los beneficios obtenidos fundó una banca legal en su domicilio y pudo adquirir tierras y residencias de empobrecidos aristócratas mallorquines.


Juan March retratado por Ignacio Zuloaga. Fuente: El Mundo.

Una vez consiguió dinero suficiente, se dedicó a actividades no tan lícitas, como el contrabando o los negocios bajo cuerda. El primero de ellos, fue comprar productos en Marruecos y Gibraltar para venderlos en la costa levantina. Su siguiente empresa fue monopolizar el comercio de tabaco en el marruecos francés y español. Además, fundó sendas compañías de transporte: la de tranvías de Mallorca y la Transmediterránea, que existe aún en la actualidad.


¿Os suena la frase “Cada día nace un tonto, sólo hay que buscarlo”? La pronunció nuestro entrañable Juan March y nos dice mucho sobre el auge de sus negocios.

Con ese lema, y aprovechando la coyuntura europea aún más, March comienza a desarrollar papeles destacados en la política internacional. Con la llegada de la Gran Guerra, como muchos otros empresarios españoles, buscaron sacar tajada de la situación y llenarse los bolsillos, lo que viene a ser un provecho del dolor ajeno. El mallorquín, junto con otros propietarios de la isla de Cabrera, acogieron a los submarinos austriacos que atacaban a los ingleses en el Mediterráneo. El lord del almirantazgo, sir Wiston Churchill, expropió la isla por 362.148 pesetas para evitar así estas actividades.


Entrevista a los centinelas. Fuente: Ayto de Alcalá de Henares.


March no se dio por vencido, y con el fin de la guerra no cesaron sus negocios. Años después, en la dictadura de Primo de Rivera, pudo conseguir el apoyo y favores del dictador para la fundación de la Banca March, que aún perdura, para financiar una parte de sus actividades empresariales. Aprovechando la coyuntura, fue elegido diputado a cortes por Mallorca por la Izquierda Liberal. Ya como diputado en cortes, se dedicó a hacer negocios con el cabecilla rifeño Abd el-Krim, por la venta de fusiles Máuser 98 y millones de cartuchos. ¿Podríamos decir que esos rifles fueron los que masacraron a sus compatriotas en los ataques realizados por los rebeldes?


Tras Primo de Rivera, llegó la II República, y nuestro amigo fue condenador por haber colaborado con la dictadura y por contrabando. March fue encarcelado en Alcalá de Henares, pero al sobornar a uno de los guardias, Eugenio Vargas, pudo escapar. Este oficial de prisiones llegaría a ser un alto cargo de Instituciones Penitenciarias durante el franquismo. ¿Casualidad?


Ya que hemos hablado del franquismo, vamos a analizar el papel del banquero en la llegada del gallego al poder. Sería el banquero exiliado en Francia el que pagaría el viaje del Dragón Rapide, avión con matrícula británica, que llevaría al general desde Canarias hasta Marruecos para hacerse cargo del ejército. Además, mantendría tratos con el dictador italiano para comprar material bélico y evitar que las Baleares cayeran en manos del bando republicano.


Establecido Franco en El Pardo y evitado el bolchevismo que tanto amenazaba a los empresarios, siguió con sus chanchullos y negocios en Europa. Ante la posibilidad de que Franco pudiera apoyar, y devolver el favor a Hitler, en la nueva guerra europea, los británicos contactaron con el banquero a través de agentes en Lisboa para que sobornara a generales y desanimaran a Franco. El plan surtió efecto.


Franco visita FECSA, empresa de Juan March. Fuente: Archivo Can Verga


Continuando su relación con los hijos de la Gran Bretaña, actuó de agente doble y hospedó a los U-Boot, gracias a esto se granjeó una fuerte amistad con Wilhelm Canaris, general de la Kriergsmarine y uno de los involucrados en Valkiria. Esta labor junto a los ingleses, le procuró siete toneladas y cuatrocientos Kilos de oro en el Banco de Londres.


Tras esta vida tan agitada , se retiró a vivir a Madrid, donde continuó con sus negocios y gozó del amparo de la dictadura hasta su muerte, por las heridas sufridas en un accidente de coche en Las Rozas (1962).


No obstante, no todo en la vida del banquero y empresario fue dedicarse a "piratear", pues tanto en vida como muerte ha sido un gran mecenas del arte como atestigua la fundación que lleva su nombre.







 
 
 

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© 2016 por Alejandro Nieto Tapia y Julio Sandoval Márquez.

No saber lo que ha sucedido antes de nosotros es como ser incesantemente niños. 

Cicerón (106 a.c.-43 a.c.)

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