Vestigios de un imperio
- Diego Alatriste
- 26 abr 2017
- 3 Min. de lectura
Muchas veces se suele hablar de España o mejor dicho en los Reinos de las Españas. No existió como tal hasta los Decretos de Nueva Planta (1715), como un país oscuro y genocida. Esta “Leyenda Negra” fue acuñada por ingleses y holandeses, o cualquier otro enemigo, para desacreditar el papel del imperio en las diferentes guerras a partir del s. XVI. Es necesario comentar que en lo que se refiere a colonialismo, hubo imperios o países que fueron mucho más exagerados en la ocupación y conquista: los albos ingleses en África o Asia, el rey Leopoldo de Bélgica en el Congo o los Estados Unidos en la conquista del Oeste.
También hemos de decir que todo lo que dejaron las Españas no fue malo, sino también dejaron bonitas tradiciones como la de SinterKlass (San Nicolás para nosotros) o el jamón de Gante, sí señores jamón en tierras herejes. A continuación, vamos a contar alguna curiosidad sobre éstas.
Abordemos primero el asunto de San Nicolás y los regalitos a los niños buenos. Este personaje fue obispo de Anatolia en el s. VI, pero con la llegada de los turcos, sus restos fueron llevados a la ciudad italiana (Bari). Siglos más tarde, esta ciudad formaría parte del imperio del todopoderoso Carlos V, aquí empieza nuestra historia. Cuando el rey Felipe II heredó Flandes, los reinos de España y las Dos Sicilias, la figura ya venerada en Flandes cobra un nuevo origen. De ahí parte la creencia de que San Nicolás llegue de España, en concreto de Madrid, en barco acompañado de unos curiosos personajes. Éstos, conocidos como “Pedritos los negros” (Zwarte Pieter), son originarios de Valencia y regalan mandarinas a los jóvenes. Destacar que en la actualidad estos personajes traen consigo cierta polémica, ya que el término "negro" suena despectivo, por eso en una muestra de talante y buena educación nórdica resulta que son deshollinadores al mas puro estilo Mary Poppins.

San Nicolás y sus "negritos" llegando en barco a Amsterdam.
Ya sabemos lo afortunados que son los niños de Bélgica y Holanda con sus regalos, pero al igual que en la piel de toro, hay niños malos. A todos en nuestra infancia nos han dicho que si somos malos los Reyes nos traerán carbón. Pues en Bélgica los niños malos serán llevados a España o vendrá el duque de Alba, algo así como el “coco”, como no dejen de llorar. Sin duda, nos podemos hacer una idea de lo temidos que eran los españoles o de como caló en la sociedad la presencia de los mismos.
Un poco más al sur, en la ciudad de Gante, el turista puede admirar la antigua lonja de carne junto al canal y cerca del castillo. Ésta, que data del s. XV, fue el centro del comercio cárnico de Gante y la región, ya que en ella se supervisaba la calidad del producto. Aunque actualmente está remodelada, guarda esa esencia de lo que fue y en ella se pueden degustar platos típicos (mostazas belgas, encurtidos y el jamón). Detengámonos en este último, ya que llama la atención al entrar ver el techo cubierto de patas de cerdo.
El jamón (este es más parecido al lacón gallego) ya era un producto que se consumía en época romana y era afamado en todo el continente, pero este jamón se lleva fabricando en Gante desde los años 50. Aunque su fabricación es atribuida a una familia de charcuteros de la ciudad, ya en documentos del emperador Carlos V podemos ver que era uno de los platos que abarrotaba su mesa. Sin duda podemos hablar de que la relación comercial y territorial entre ambos dio lugar a este producto.

Interior de la Lonja de Carne de Gante.
Pero no sólo hubo intercambio cultural en una dirección, desde Flandes llegaron a España diferentes productos. El primero de ellos fue la cerveza, ya que Carlos V en su corte venía acompañado de trapenses que enseñaron a los monjes españoles este noble arte. A parte de la cerveza, también trajeron consigo un producto elaborado a partir de una semilla traída de las Indias, el chocolate. Aconsejarles, para terminar, que si van Bélgica no duden en disfrutan de la cerveza de abadía y del chocolate.
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