Más vale maña que fuerza
- Diego Alatriste
- 21 mar 2017
- 2 Min. de lectura
Pongámonos en situación, durante la ocupación francesa fueron muchas las batallas, las desgracias y las heroicidades. Hoy vamos a hablar de una de ellas. Dentro del conflicto contra las tropas francesas, se produjo el sitio de Zaragoza, ciudad que era la llave del abastecimiento y el control del noroeste peninsular.
El día 15 de junio de 1808, el hermano de Palafox salió con una avanzada de la ciudad parar enfrentarse a Lefebvre. Los franceses tenían un ejército joven y poco experimentado pero los lanceros polacos lo decantaron a su favor. Enterado de esto, el general zaragozano decidió marchar, pero la batalla fue insostenible y se vieron forzados a retirarse a la capital maña. Aquí comenzó el sitio de Zaragoza. Todo el pueblo se unió al ejército para ayudar en la defensa y se apostaron en murallas y ventanas para repeler el ataque.

El general Palafox a caballo, Francisco de Goya.
Dentro de la convulsión del asedio, una joven de 22 años, Agustina Raimunda María Saragossa i Doménech, llevaba la comida a su esposo, un joven soldado que estaba defendiendo con su pelotón la puerta del Portillo. En ese momento, cuando las tropas estaban agotadas por el enviste francés, la joven junto con otras zaragozanas hizo uso de los cañones para forzar su retirada. En este ataque no murió ninguna de las mujeres y perecieron más de trescientos franceses.
Aquí nació la leyenda de Agustina, a partir de ahora de Aragón por la defensa. Tras la defensa, Palafox le otorgó el título de defensora de Zaragoza y la medalla del valor y el patriotismo. Además, fue admitida en el cuerpo de artilleros, pero de soldado raso, alcanzando posteriormente el rango de Sargento y Subteniente. El 21 de febrero de 1809 y tras dos meses de frenética resistencia, la ciudad maña no pudo aguantar la presión de las tropas napoleónicas y cayó. En la toma de la ciudad, fue hecha prisionera, pero posteriormente liberada en un intercambio. Tras la misma, viajó por la península animando a las tropas contra los franceses. Algo parecido a lo que hizo Marilyn en Corea o Marta Sánchez en la Primera Guerra del Golfo con sus Soldados del Amor.

Condecoración a la defensa de Zaragoza.
Tras su labor levantando la moral de las tropas se desposó en segundas nupcias con el I barón de Cobos de Belchite. Con esta boda se retiró a Ceuta y allí vivirá el resto de sus días. A parte de esposa, con el dinero que recibió la criatura por su labor militar se hizo autónoma. Probablemente estemos hablando de la primera autónoma de la historia de España, sin tener en cuenta las pastelerías de las monjitas. Finalmente, Agustina se hizo madame de un burdel para los soldados que estaban apostados en la ciudad.
La heroína murió en 29 de mayo de 1857, a los 71 años, y fue enterrada en el cementerio católico de Ceuta. No será hasta 1870 cuando sus restos fueron trasladados primero al Pilar y luego a Nuestra Señora del Portillo, junto a la puerta que defendió. Tal fue la importancia de esta figura que Lord Byron la cantó en su poema Childe Harold y en 1950 se filmó una película con su historia, algo imparcial la cinta, pero era lo que tocaba en la España de la época.

Agustina de Aragón, Augusto Ferrer-Dalmau.
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