Lana o así nos va ahora
- Diego Alatriste
- 19 feb 2017
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España era un mar de ovejas, no de borregos como actualmente, que producían una ingente cantidad de lana, en especial Castilla. Ésta, procedente de ovejas merinas, debido a su calidad se convirtió en un producto muy valorado y cotizado internacionalmente. ¿Qué hicieron los castellanos? La Mesta y los nobles propietarios del ganado vieron la posibilidad de obtener grandes cantidades de dinero por su venta a países que realizaban manufacturas. El gran mal de España, siempre mejor visto el enriquecimiento fácil que el laborioso trabajo. Por eso los futbolistas son lo que son y los autónomos están donde están.

La Cañada Real Merina a su paso por Madrid (Fuente ABC).
Pues dicho y hecho, a finales de la Edad Media y durante la modernidad toda la producción lanar se congregaba en grandes centros comerciales como Burgos o Medina del Campo para ser vendida y embarcada en los puertos del norte (Bilbao, Laredo y Santander). Su destino eran diferentes países europeos: Inglaterra, Francia, Flandes e incluso Polonia. De entre todos estos centros destacaba la ciudad de Amberes.
Desde 1406, gobernando los duques de Borgoña, Amberes comienza a adquirir relevancia hasta llegar a ser el principal puerto de Europa Occidental. Esta importancia dio lugar a que en el año 1460 se creara la primera bolsa de la historia. Esta institución tomó verdadera relevancia a partir de 1531, cuando el Ayuntamiento la cambió de sitio a su actual ubicación. A la Bolsa venían de todos los extremos del continente a vender sus productos, entre ellos los mercaderes castellanos. Con el nacimiento de la industria flamenca del hilado, la ciudad se transformó en un inmenso almacén de lana, prosperando en consonancia con este producto. Celebraba cuatro grandes ferias al año (sistema ferial similar al castellano). Durante el siglo XVI va evolucionando de una pequeña ciudad ferial a la metrópoli mercantil del siglo.
Este afán sigue perdurando en la actualidad, ya que en ella podemos ver aun barcazas surcando el Escalda o a ajetreados joyeros judíos negociando y tallando el diamante en algunas tiendas de la ciudad. Como vemos la ciudad ha ido cambiando la materia prima, pero sigue siendo un eje del comercio en el norte. Es recomendable tomar una cerveza belga en el Linkeroever, ver la silueta de la ciudad y su inmenso río para poder apreciarlo.

Amberes desde Linkeroever en la actualidad
Volviendo al siglo XVI, el poderío de la ciudad era evidente y las tropas de los tercios lo sabían. Ante la bancarrota imperial y la suspensión de pagos, los soldados se dedicaron a saquear algunas ciudades de Flandes. Estos saqueos hicieron que los rebeldes resistieran y cercaran a las tropas imperiales en Amberes, que finalmente se liberaron de cerco y pagaron su ira con la ciudad. Durante tres días la ciudad fue incendiada y saqueada por las tropas. Esta muestra de poder hizo finalmente que Juan de Austria firmara en Gante una paz para dar una de cal y una de arena a sus soldados y a los rebeldes, para mantener una tenue paz que se acabaría complicando.
Ya conocemos la ciudad a la que llegaba nuestra lana, pero analicemos el estado de la productora. Al producirse la venta de la lana y el enriquecimiento de los nobles, Castilla se centró simplemente en aumentar sus rebaños y cañadas. El reino no pensó en desarrollar la manufactura en lugar de enviarlo a Flandes y adquirir las piezas a un precio superior. Esto hizo que las ciudades del norte crecieran mientras el reino empobrecía. A parte de la ausencia de industria, esta tenía que dejar a menudo los campos yermos porque los hombres iban a luchar contra esos rebeldes a los que vendían su lana.

Incendio del Ayuntamiento de Amberes durante el saqueo.
De este modo, mientras que en otras zonas de la península surgía una industria y burguesía, como por ejemplo en Aragón. Castilla quedaba abocada a la agricultura y la dependencia de la nobleza. Este poder económico sumió al reino en una dependencia exterior y una debilidad que no podía ser solventada, y cuando se intentó solventar siguió perdiendo. Olivares, con su unión de armas, forzó a los otros reinos a ayudar a Castilla pero sucesivas revueltas y la evidente debilidad del imperio no solucionaron nada. El cielo de Castilla sólo sería levantado por los campesinos de tanto mirarlo, como bien decía Miguel Delibes. Esta es la pena de España, esta es la pena de Castilla.
Siempre es aconsejable volver la vista a nuestra historia para entender la situación y las costumbres de nuestra querida piel de toro. Pasarán los siglos y cambiarán los nombres, pero hay ciertas cosas que perviven a fuego en nuestro ADN.
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