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Gramática, honesta y virtuosa

  • Foto del escritor: Diego Alatriste
    Diego Alatriste
  • 30 ene 2017
  • 3 Min. de lectura

Todos hemos pasado los domingos paseando por el rastro y hemos acabado tomando una caña cerca de la plaza de la cebada o la iglesia de San Andrés. Todo este barrio es conocido como el barrio de La Latina. Ahora vamos a descubrir el curioso origen de este nombre, para que podáis usarlo el próximo día con los amigos en el barrio.



Beatriz Galindo nació en la ciudad de Salamanca en el seno de una familia hidalga. La cercanía de su hermano al príncipe Juan, como secretario, hizo que ella acudiera también a la Corte. Ante la prematura muerte de Juan, debido al exceso de amor que le profesó a su esposa, el secretario ocupó el mismo cargo junto a la reina. Esto hizo que el puesto de su hermana subiera también en la corte, aunque poca ayuda necesitaba esta dama ya que se había versado bien en latín y gramática. Eran tales los conocimientos de la joven que fue considerada una de las más grandes humanistas de su tiempo. Debemos tener en cuenta que estuvo a la altura de grandes como Nebrija siendo mujer, lo que imposibilitaba su ascenso debido al machismo de la época.


Aunque sus conocimientos eran muy grandes, como sus padres habían dicho, ella debía tomar los hábitos. Fue por la amistad que mantenía con la reina y su cultura lo que le llevó por otros derroteros, se convertiría en preceptora de los hijos de los Reyes Católicos además de consejera de la reina. Debido a su importancia en la corte, los monarcas la unieron en matrimonio con el capitán artillero y consejero de los Reyes Católicos Francisco Ramírez de Madrid, boda para la que los Reyes Católicos le dieron una dote de 500.000 maravedíes, tuvo dos hijos, Fernán y Nuflo. Enviudó en 1501, retirándose de la corte y asentando su residencia en Madrid, en el que hoy es el Palacio de Viana, que está muy remodelado.


La propia Beatriz Galindo encargó varios monumentos funerarios en memoria de su esposo y de ella misma, que fueron realizados en el estilo de moda en la época, renacentista plateresco, en el año 1531. Esos cenotafios, o sepulcros vacíos, fueron instalados en los dos monasterios que fundó: la Concepción Francisca y la Concepción Jerónima.


Tras su muerte en 1535, fue enterrada en la iglesia del primer Monasterio de la Concepción Jerónima, pero no en ese sepulcro, sino bajo el altar del coro alto. En 1891 se trasladaron sus restos al nuevo convento de la calle Lista. Y actualmente reposa en la cripta de la iglesia del cuarto Monasterio de la Concepción Jerónima, en El Goloso, Madrid. Tanto sus restos como esos cenotafios han ido acompañando a la comunidad religiosa en sus sucesivas sedes. En cambio, los otros cenotafios del antiguo convento de la Concepción Francisca, actualmente se encuentran en el Museo de San Isidro o de los Orígenes de Madrid. Estos sepulcros tienen motivos diferentes, aunque son del mismo estilo renacentista plateresco. Destaca la escultura yacente de Beatriz Galindo, en alabastro.


Yacente en Alabastro de La Latina.


Para concluir dejamos una de las frases que circulaban por la corte sobre la latina, atribuida a Gonzalo Fernández de Oviedo.

...muy grande gramática y honesta y virtuosa doncella hijadalgo; y la Reina Católica, informada d'esto y deseando aprender la lengua latina, envío por ella y enseñó a la Reina latín, y fue ella tal persona que ninguna mujer le fue tan acepta de cuantas Su Alteza tuvo para sí”.



 
 
 

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© 2016 por Alejandro Nieto Tapia y Julio Sandoval Márquez.

No saber lo que ha sucedido antes de nosotros es como ser incesantemente niños. 

Cicerón (106 a.c.-43 a.c.)

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