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Espada y pluma

  • Foto del escritor: Diego Alatriste
    Diego Alatriste
  • 24 ene 2017
  • 3 Min. de lectura

Hay periodos en la historia que tienen lugar porque coinciden una serie de personas excepcionales. Esto sucedió en la Florencia de los Medici o en el Madrid del Siglo de Oro. Ahora bien, vamos a centrarnos en estos últimos. Mientras que en otros países de Europa sus escritores más famosos son endiosados y venerados a nivel internacional, véase Shakespeare o Molière. En nuestro país los damos poco a conocer, con la salvedad de don Miguel de Cervantes, siendo uno de los que tienen una mayor producción literaria y artística junto con Italia. En este artículo vamos a mencionar algunos autores del Renacimiento y el Barroco hispano que destacan por sus aventuras o curiosidades.


El primer personaje a abordar es Garcilaso de la Vega, ilustre toledano y poeta. Éste entró al servicio del emperador en 1520 y destacó tanto a nivel cultural como por su dominio de la esgrima. A parte del Garcilaso cortesano y amante de las enaguas, aparece el Garcilaso que destacó como militar desde muy pronto. Luchó con el bando imperial en la Guerra de las Comunidades en el cerco a Toledo y en la batalla de Olías del Rey, donde fue herido. Tras su recuperación, también participó en el asedio a Fuenterrabía y en varias batallas contra el francés en Navarra. Debido a estar victorias fue tan importante que pudo asistir a la coronación de Carlos como emperador en Bolonia.


Estatua de Garcilaso de la Vega en su ciudad natal.

Dejó de nuevo la corte para marchar con el emperador a Túnez donde fue herido de dos lanzadas en la boca y en el brazo derecho. Aunque herido de gravedad supo sobreponerse y al poco estaba sirviendo en las guerras contra Francisco I. En la batalla de Le Muy, dicen que tras haber tenido una disputa con Carlos, quiso ganarse de nuevo su favor y cargó contra una torre él sólo. Herido de gravedad fue trasladado a Niza con su amigo Francisco de Borja, allí murió el 14 de octubre de 1536.


Otro personaje curioso es Félix Lope de Vega y Carpio, Fénix de los Ingenios. Este madrileño tuvo una buena educación, en el Colegio Imperial de la Compañía de Jesús y en la Universidad de Alcalá, por lo que pudo entrar a la corte. En ella conoció su punto débil, las mujeres, ya que se cruzó con Elena de Osorio. Tras escarceos amorosos, la joven se desposó con el sobrino del cardenal Granvela y la insitencia del poeta era molesta. Esta molestia le supuso la expulsión de la corte y el destierro, todo ello agravado por la crítica de estos personajes en diversas obras.

Una dama se vende a quien la quiera.

En almoneda está. ¿Quieren compralla?

Su padre es quien la vende, que aunque calla,

su madre la sirvió de pregonera...

Tras el destierro decidió recuperar la honra sirviendo en el ejército. El 29 de mayo de 1588 se embarcó en el San Juan para formar parte de la Gran Armada. A su regreso y cumplir el destierro, viajó por la Península y se estableció en Toledo donde no faltaron poemas y enaguas por partes iguales. Finalmente una dura crisis existencial le llevaron a tomar los hábitos aunque no a dejar a las mujeres.


Ya establecido en Madrid compartió barrio con los grandes de su época. Amigo de unos y adversario de otros allí tuvo alguna aventura. En el Mentidero de Representantes se produjo el asesinato del hermano de Calderón de la Barca durante una disputa. Calderón y otros presentes salieron tras el asesino, que se refugió en el Convento de las Trinitarias, lugar de clausura donde, entre otras monjas, se encontraba Sor Marcela, la hija predilecta de Lope de Vega. Un encolerizado Fénix de los Ingenios debió de ser tema de conversación en el Mentidero durante días, pues se contaba que se había puesto como una furia al descubrir que Calderón y sus seguidores habían entrado en el convento sin hacer caso de la clausura y comenzado a levantarles las tocas a las monjas para buscar al asesino, poniendo en peligro el honor y la seguridad de su hija.


Finalmente, queremos hablar de otro grande del Siglo de Oro, quizá el cojo con más mal carácter de su época. Este no es otro que Francisco de Quevedo. El poeta era un hombre de temperamento, se enfrentaba a todo el mundo por muy rey o muy valido que fuera. Muchos son los episodios pero debemos destacar la defensa de una dama tras la cual andaba el poeta. Un Jueves Santo tras salir de misa y comulgado, nuestro personaje atacó a un hombre que se había propasado con la mujer a la que cortejaba. El resultado: el caballero murió en un duelo.


Placa que recuerda el acontecimiento. Próximo a las Descalzas Reales.


Esperemos que os hayan gustado estas anécdotas, traeremos más aventuras del Mentidero de las Letras. Recomendar también el capítulo seis de la primera temporada del Ministerio del Tiempo y Cervantes contra Lope, ambas de RTVE.





 
 
 

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© 2016 por Alejandro Nieto Tapia y Julio Sandoval Márquez.

No saber lo que ha sucedido antes de nosotros es como ser incesantemente niños. 

Cicerón (106 a.c.-43 a.c.)

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