Expulsión por deuda
- Diego Alatriste
- 2 ene 2017
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Lo de que los gobernantes se deban a los bancos no es algo nuevo. A lo largo de la Historia se han dado numerosos casos de ello. Hoy hablaremos de uno de los más sonados.
El día dos de enero de 1492 se toma la ciudad de Granada, fue la última en poder musulmán en la Península. Esta ciudad destacaba por su población, aparte de musulmana, hebrea. Con la toma de la ciudad, en la que en un principio de respetaba la libertad de culto, comenzó a llevarse a cabo una política de conversión a la religión verdadera, el cristianismo. Y para dicho fin fue enviado don Francisco Ximénez de Cisneros, el hereje era un problema en la católica península.
Para abordar este tema debemos remontarnos a unos años antes: con Enrique IV el Impotente, los judíos comenzaron a financiar algunas obras del monarca. A su muerte, su hermana Isabel y su hija se disputan el trono. En esta guerra los judíos, o hebreos, cumplen un papel importante ya que financiaron la causa de su hermana creyéndola más provechosa para ellos, mas no sabían la que se les venía encima.
Tras la victoria de la católica Isabel, como es normal, los hebreos reclamaron su pago, y ante la negativa de la reina éstos volvieron a insistir, pero seguían sin conseguir nada. Finalmente, y ante la toma de Granada, la reina decidió expulsarlos y así no tener que condonar la deuda.

La toma de Granada, Francisco Pradilla
Las fortunas judías abandonaron la península con destino a otros estados más respetuosos con su labor de usureros en Centroeuropa, el norte de África y el este del mar Mediterráneo, donde aún siguen viviendo comunidades de sefardíes que conservan su idioma, el ladino y las llaves de las casas de las que fueron expulsados.
Aunque en un principio salió bien la jugada, a la larga la corona notaría su ausencia. Las fortunas judías solían pagar religiosamente los impuestos y esto supuso un revés a la arcas que se trató de subsanar con el oro del nuevo continente y con católicos banqueros de Génova o Flandes, pero las arcas del reino no llegaría a remontar económicamente. Y es que los campesinos o nobles castellanos no podían aportar al herario público lo que aportaban estás familias.
No solo se perdió en lo económico, sino también en ámbitos como la agricultura o la artesanía, ya que hebreos y moriscos eran muy duchos en estas labores. Además los pocos colectivos que resistieron la expulsión en el siglo XV serían definitivamente condenados al ostracismo en el siglo XVII con el duque de Lerma. Este gran corrupto, del que hablamos, dio un fuerte varapalo a las arcas, no solo con la corrupción sino también con la pérdida de este dinero.

Expulsión de los judíos, Joaquín Turina.
Vemos que la historia y España son así. El banquero y el gobierno civil son así. En definitiva, la historia es la clave para entender lo que ocurre en la actualidad. Hagamos caso a la historia.
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