El ocaso de un imperio
- Diego Alatriste
- 5 dic 2016
- 7 Min. de lectura
Ayer los miembros del Mentidero de las Letras quedamos para ir al cine. Nuestro objetivo era ver “1898: los últimos de Filipinas” con intención, por qué no decirlo, de disfrutar de una película histórica española decente e imparcial, pero parece ser que el cine histórico en este país está condenado al fracaso. A continuación vamos a hablar de Baler y de los soldados que allí lucharon, para luego hacer una breve crítica a la película.

Iglesia de Baler.
Baler era un pequeño poblado tagalo situado en el distrito del Príncipe, en la isla de Luzón. En el centro de dicha plaza se encontraba una iglesia, prueba evidente de la presencia de la católica España, consagrada a San Luís de Tolosa y regida por padres franciscanos.
«Baler está situado cerca del mar, sobre un recodo, al sur de la ensenada o bahía de su nombre, distante de la playa unos 1.000 metros. (…) Como todas las poblaciones filipinas, de vida puramente rural y escaso número de habitantes, reducíase a la iglesia rectoral; (…) y alguna casa de tablas y argamasa»
Diario personal de Saturnino Martín Cerezo.
A finales de agosto de 1897, el capitán Antonio López Irisarri, comandante político-militar de El Príncipe, preocupado por el malestar de los filipinos y la existencia de contrabando para los insurgentes, llevó a cabo una investigación que no arrojó resultados, pero aun así, solicitó ayuda para vigilar la costa. El mando español en Manila decidió el envío del crucero María Cristina y de un cañonero para patrullar la costa, así como reforzar la guarnición con un destacamento de 50 soldados del Batallón Expedicionario de Cazadores número 2. Este destacamento había combatido en Cavite y acababa de ocupar, el 7 de septiembre, la localidad de Aliaga, en Nueva Écija, a 80 km de Baler y hasta entonces en manos de los insurrectos.
Dirigía el destacamento de Cazadores el teniente José Mota, un oficial de 19 años que se había distinguido por su valor y había recibido varias condecoraciones. Tras atravesar la Sierra Madre, Mota y sus hombres llegaron a San José de Casignán el 20 de septiembre. Al llegar las noticias de su llegada, López Irisarri, acompañado del párroco de Baler, Cándido Gómez Carreño y de otro religioso acudieron a San José a recibirles. El grupo llegó a Baler al día siguiente.

Placa homenaje al párroco de Baler en su localidad natal.
Estos soldados se dispusieron en diferentes edificios de públicos del asentamiento, de manera que, cuando los insurrectos del katipunan los pudieron masacrar en una noche. Los pocos que pudieron escapar a la selva fueron capturados y llevados al campamento filipino hasta la paz de Biak-na-to. Tras la paz fueron liberados, soldados y religiosos. Los soldados fueron destinados a Manila y los religiosos permanecieron en Baler. Tras esto fueron destinados a la plaza un grupo de 50 soldados comandados por Enrique de las Moreras y Fossi, los que estarían llamados a ser los últimos de Filipinas.
Cuando estos llegaron al pueblo, aprendiendo del error de sus predecesores y comenzaron a fortificarse. Por este motivo cavaron un pozo en el patio de la iglesia, sembraron un huerto y cerraron ventanas y puertas con sacos terreros. La frágil paz duró hasta abril, cuando los rebeldes filipinos comenzaron ataques e incursiones en toda la provincia. El día 30 de junio una patrulla salió por los alrededores del pueblo ya abandonado por los nativos y sufrió un ataque. Tras el repliegue a la iglesia sin ninguna víctima comenzó el sitio.
Esto dio lugar a constantes ataques y una resistencia brutal con enfermedades como el beri-beri, hambre, deserciones y alguna ejecución por sedición. De esta manera los tagalos intentaron entrar en la iglesia por la armas o mediante un pacto, pero los españoles se rindieron a abandonar su puerto hasta el 2 de junio de 1899. Después de 337 días, el teniente Saturnino Martín Cerezo y sus compañeros, salieron de la iglesia, harapientos con los máuser enmohecidos, sin municiones, muchos desdentados, pero salieron con honor de la iglesia que les había protegido, desfilando con marcialidad de y la cabeza bien levantada, recibiendo los honores de las tropas tagalas. Aquí acabó el sueño de un imperio que tuvo su origen en el Méjico del s. XVI.

Los últimos de Filipinas en su llegada a Barcelona.
A continuación os dejamos la lista de los sitiados:
- Capitán de Infantería Enrique de las Morenas y Fossi, natural de Chiclana de la Frontera, Cádiz. Falleció por enfermedad el 22 de noviembre de 1898;
- 2º Teniente Juan Alonso Zayas, natural de Puerto Rico. Falleció por enfermedad el 18 de octubre de 1898;
- 2º Teniente Saturnino Martín Cerezo, natural de Miajadas, Cáceres.
- Cabo Jesús García Quijano, natural de Viduerna de la Peña, Palencia;
- Cabo José Chaves Martín. Falleció por enfermedad el 10 de octubre de 1898;
- Cabo José Olivares Conejero, natural de Caudete, Albacete;
- Cabo Vicente González Toca. Fusilado el 1 de junio de 1899;
- Corneta Santos González Roncal, natural de Mallén, Zaragoza;
- Soldado de 2ª Felipe Herrero López. Desertó el 27 de junio de 1898;
- Soldado de 2ª Félix García Torres. Desertó el 29 de junio de 1898;
- Soldado de 2ª Julián Galbete Iturmendi, natural de Morentin (Navarra), Falleció debido a heridas el 31 de julio de 1898;
- Soldado de 2ª Juan Chamizo Lucas, natural de Valle de Abdalajís, Málaga;
- Soldado de 2ª José Hernández Arocha, natural de La Laguna, Tenerife;
- Soldado de 2ª José Lafarga Abad. Falleció por enfermedad el 22 de octubre de 1898;
- Soldado de 2ª Luis Cervantes Dato, natural de Mula, Murcia;
- Soldado de 2ª Manuel Menor Ortega, natural de Sevilla, Sevilla;
- Soldado de 2ª Vicente Pedrosa Carballeda, natural de Carballino, Orense;
- Soldado Antonio Bauza Fullana, natural de Petra, Mallorca;
- Soldado Antonio Menache Sánchez. Fusilado el 1 de junio de 1899;
- Soldado Baldomero Larrode Paracuello. Falleció por enfermedad el 9 de noviembre de 1898;
- Soldado Domingo Castro Camarena, natural de Aldeavieja, Ávila;
- Soldado Emilio Fabregat Fabregat, natural de Salsadella, Castellón;
- Soldado Eufemio Sánchez Martínez, natural de Puebla de Don Fadrique, Granada;
- Soldado Eustaquio Gopar Hernández, natural de Tuineje, Las Palmas;
- Soldado Felipe Castillo Castillo, natural de Castillo de Locubín, Jaén;
- Soldado Francisco Real Yuste, natural de Cieza, Murcia;
- Soldado Francisco Rovira Mompó. Falleció por enfermedad el 30 de setiembre 1898;
- Soldado Gregorio Catalán Valero, natural de Osa de la Vega, Cuenca;
- Soldado Jaime Caldentey Nadal. Desertó el 3 de agosto de 1898;
- Soldado José Alcaide Bayona. Desertó el 8 de mayo de 1899;
- Soldado José Jiménez Berro, natural de Almonte, Huelva;
- Soldado José Martínez Santos, natural de Almeiras, La Coruña;
- Soldado José Pineda Turán, natural de San Felíu de Codinas, Barcelona;
- Soldado José Sanz Meramendi. Falleció por enfermedad el 13 de febrero de 1899;
- Soldado Juan Fuentes Damián. Falleció por enfermedad el 8 de noviembre de 1898;
- Soldado Loreto Gallego García, Los Isidros Requena, Valencia;
- Soldado Manuel Navarro León. Falleció por enfermedad el 9 de noviembre de 1898;
- Soldado Marcelo Adrián Obregón, natural de Villalmanzo, Burgos;
- Soldado Marcos José Petanas. Falleció por enfermedad el 19 de mayo de 1899;
- Soldado Marcos Mateo Conesa, natural de Tronchón, Teruel;
- Soldado Miguel Méndez Expósito, natural de Puebla de Azaba, Salamanca;
- Soldado Miguel Pérez Leal, natural de Lebrija, Sevilla;
- Soldado Pedro Izquierdo Arnaíz. Falleció por enfermedad el 14 de noviembre de 1898;
- Soldado Pedro Planas Basagañas, natural de San Juan de las Abadesas, Gerona;
- Soldado Pedro Vila Garganté, natural de Taltaüll, Lérida;
- Soldado Rafael Alonso Medero. Falleció por enfermedad el 8 de octubre de 1898;
- Soldado Ramón Buades Tormo, natural de Carlet, Valencia;
- Soldado Ramón Donat Pastor. Falleció por enfermedad el 10 de octubre de 1898;
- Soldado Ramón Mir Brills, natural de Guisona, Lérida;
- Soldado Ramón Ripollés Cardona, natural de Morella, Castellón;
- Soldado Román López Lozano. Falleció por enfermedad el 25 de octubre de 1898;
- Soldado Salvador Santamaría Aparicio, natural de Alcira, Valencia. Falleció debido a heridas el 12 de mayo de 1899;
- Soldado Timoteo López Larios, natural de Alcoroches, Guadalajara;
- Médico provisional de Sanidad Militar (teniente) Rogelio Vigil de Quiñones, natural de Marbella, Málaga;235
- Cabo Alfonso Sus Fojas, filipino. Desertó el 27 de junio de 1898;
- Sanitario Tomás Paladio Paredes, filipino. Desertó el 27 de junio de 1898;
- Sanitario Bernardino Sánchez Cainzos, natural de Guitiriz, Lugo
- Fray Cándido Gómez Carreño, párroco de Baler, natural de Madridejos, Toledo. Falleció por enfermedad el 25 de agosto de 1898;
- Fray Juan López Guillén, misionero destinado en Casigurán enviado por las tropas filipinas tras su captura, que decidió, junto con el padre Minaya, quedarse en la iglesia a petición del capitán Las Morenas, natural de Almonacid de Toledo, Toledo;
- Fray Félix Minaya, misionero destinado a Casigurán enviado por las tropas filipinas tras su captura, que decidió, junto con el padre López Guillén, quedarse en la iglesia a petición del capitán Las Morenas, natural de Pastrana, Guadalajara.
Ahora bien, vamos a pasar a hablar de un intento de película mitad épica mitad bélica que quiere parecerse a ese famoso filme de John Wayne, El Álamo. En un principio la película tiene aspectos muy buenos como la música, la uniformidad o la fotografía pero tiene otro aspecto también muy nuestro: el tratarnos de incompetentes o ridículos por luchar por su país, la imparcialidad y el tratar un tema del s XIX (el colonialismo) con ideas pacifistas propias del s. XX que no eran concebidas por los soldados.
En lo único que puedo dar la razón a la película es cuando los soldados se quejan de que España ha vendido a los Estados Unidos las islas de Cuba, Puerto Rico o Filipinas por 20 millones de dólares y ni una peseta llegará a sus familias. Si es cierto, los soldados españoles se partieron el pecho en estas guerras y sólo sacaron tajada los de arriba con condecoraciones, dinero o propiedades, mientras que muchos no volvieron y los que volvieron tuvieron que seguir trabajando duro para salir adelante.
Este artículo no es otra cosa que un homenaje a todos esos soldados anónimos que lucharon por su país, para defenderlo o engrandecerlo, y no han sido reconocidos por ninguna institución o película.
Comments