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Mambrú se fue a la guerra

  • Foto del escritor: Diego Alatriste
    Diego Alatriste
  • 2 nov 2016
  • 3 Min. de lectura

El día 1 de noviembre de 1700 murió Carlos II, último rey de la casa de Habsburgo-Austria en España, sin sucesión. Ante esta situación, las grandes monarquías europeas con derechos se comenzaron a disputar el reino y tanto España como Europa se dividieron en dos facciones: los que apoyaban a Felipe de Borbón, sobrino-nieto de Carlos II, y los que apoyaban al archiduque Carlos, perteneciente a la Casa de Habsburgo, dando lugar a la Guerra de Sucesión española (1701-1714).


Carlos II "el hechizado"


La lectura del testamento de Carlos II dio el trono al francés, para conservar la integridad de la monarquía española y así aliviar la fuerte carga que suponía un conflicto con Francia. Ante esto, Leopoldo I, padre del archiduque, se opuso ya que, al igual que otras naciones europeas, un posible pacto entre ambas naciones rompería el equilibrio Europeo. De esta manera, en 1701 se forma las Gran Alianza de La Haya integrada por Austria, Inglaterra, Países Bajos, Dinamarca, Portugal, Prusia y Saboya para apoyar las aspiraciones de Carlos al trono y, con este respaldo, en 1703 fue coronado como Carlos III de España.


Al comenzar la guerra el impulso francés era claro, pero con la fuerte presión inglesa desde el sur y los austriacos desde Cataluña todo parecía que acabaría con Carlos en el trono, pero con la muerte del emperador austriaco y la candidatura de éste al mismo el equilibrio europeo se decantaría para la casa Habsburgo e Inglaterra no estaba interesada así que forzó un pacto para coronar a Felipe V como rey de España a cambio de algunas concesiones en el Tratado de Utrecht y Rastatt: Concesión de Menorca, Gibraltar, Terranova, Hudson y San Cristóbal del Caribe, además del asiento de negros o monopolio de comercio de esclavos en las Indias y el navío de permiso (capacidad de comerciar con América una vez al año).

Felipe de Borbón y el archiduque Carlos de Habsburgo

Ahora bien, después de esta introducción vamos a hablar de algo muy curioso. Seguro que todos en nuestra infancia hemos cantado o escuchado esa canción infantil que se llama “Mambrú se fue a la guerra”. Ya podemos suponer que tiene origen en dicha guerra, pero vamos a abordar algo más de este personaje.


John Churchill, primer duque de Malborough


Tras la batalla de Malplaquet (1709) en la frontera franco-belga entre británicos y franceses. Esta batalla, una de las más sangrientas de la contienda, se saldó con la victoria aliada sobre los franceses, pero estos últimos creyendo que habían dado muerte al comandante enemigo, el duque de Malborough, cantaban coplillas y canciones burlescas hacia su figura. Esta canción se popularizó en la corte de Luis XVI, cuando una de las nodrizas se la cantaba al joven delfín, y de ahí a toda Francia. A España llegó por influencia borbónica, pero como el nombre de Malborough sonaba extraño se acortó y simplificó en Mambrú, convirtiéndose en una de las canciones más famosas de la rayuela.

A continuación os dejamos la letra completa de dicha canción.


Mambrú se fue a la guerra, qué dolor, qué dolor, qué pena, Mambrú se fue a la guerra, no sé cuándo vendrá. Do-re-mi, do-re-fa, no sé cuándo vendrá. Vendrá para la Pascua, qué dolor, qué dolor, qué pena, vendrá para la Pascua, o por la Trinidad. Do-re-mi, do-re-fa, o por la Trinidad. La Trinidad se pasa, ¡qué dolor, qué dolor, qué pena!, la Trinidad se pasa Mambrú no vuelve más.

Por allí viene un paje, ¡qué dolor, qué dolor, qué traje!, por allí viene un paje, ¿qué noticias traerá? Do-re-mi, do-re-fa, ¿qué noticias traerá? Las noticias que traigo, ¡del dolor, del dolor me caigo! las noticias que traigo son tristes de contar, Do-re-mi, do-re-fa, son tristes de contar. Que Mambrú ya se ha muerto, ¡qué dolor, qué dolor, qué entuerto!, que Mambrú ya se ha muerto, lo llevan a enterrar. Do-re-mi, do-re-fa, lo llevan a enterrar. En caja de terciopelo, ¡qué dolor, qué dolor, qué duelo!, en caja de terciopelo, y tapa de cristal. Do-re-mi, do-re-fa, y tapa de cristal. Y detrás de la tumba, ¡qué dolor, qué dolor, qué turba!, y detrás de la tumba, tres pajaritos van. Do-re-mi, do-re-fa, tres pajaritos van. Cantando el pío-pío, ¡qué dolor, qué dolor, qué trío!, cantando el pío-pío, cantando el pío-pa. Do-re-mi, do-re-fa, cantando el pío-pa.



 
 
 

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© 2016 por Alejandro Nieto Tapia y Julio Sandoval Márquez.

No saber lo que ha sucedido antes de nosotros es como ser incesantemente niños. 

Cicerón (106 a.c.-43 a.c.)

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