De Inquisición e Inquisiciones
- Diego Alatriste
- 27 oct 2016
- 3 Min. de lectura
Tal día como hoy en 1553, el aragonés Miguel Servet fue condenado a muerte por el Consejo de Ginebra y por la Iglesia Reformada de los Cantones por su labor como teólogo y científico. A continuación vamos a pasar a analizar esta institución de la Iglesia, ya sea católica o protestante.
La Inquisición surgió en el seno de la Iglesia católica en el s. XII, cuando ésta se veía amenazada por la herejía cátara o albigense y desde el Languedoc se fue extendiendo por toda Europa, empezando por Aragón y el resto de la península Ibérica. Además dentro del surgimiento de esta institución debemos destacar a la figura de Santo Domingo de Guzmán y a los dominicos a partir de este momento, ya que serán ellos los encargados de desarrollar las labores de este tribunal.
Tras el Medievo, con el auge del Estado Moderno comienzan a instaurarse inquisiciones locales, que aunque dependen de Roma, tienen sede en cada uno de los países y una fuerte influencia del monarca, como es el caso de la portuguesa o española. La Inquisición Real se instauró en España en 1478 para la persecución de judeoconversos y moriscos, destacando la figura del dominico Tomás de Torquemada. El Santo Tribunal estuvo vigente en España desde la fecha citada hasta la Constitución de 1812, pero fue implantada de nuevo por Fernando VII y abolida finalmente en 1834.
En lo que se refiere a víctimas, muchas veces se ha tachado a la Inquisición como una institución sanguinaria dentro de la ya conocida Leyenda Negra, y si bien fue muy dura pero no tan oscura como la pintan. Se debe tener en cuenta que la Inquisición buscaba la “reeducación” del rebaño perdido, aunque hay tener en cuenta que hubo grandes Autos de Fe como el de Valladolid (1559) con 31 víctimas y el de Sevilla (1559) con un centenar de ajusticiados. Las crónicas hablan sobre el olor a carne quemada que quedó en ambas ciudades tras las condenas a la hoguera.

Auto de Fe presidido por Santo Domingo de Guzmán. Pedro Berruguete.
Por otro lado, es importante destacar a la Inquisición romana, pontificia o Congregación del Santo Oficio creada en 1542 en plena Reforma Protestante a raíz del Concilio de Trento. Esta institución en un inicio se ocupaba de los casos italianos, pero posteriormente persiguió por heterodoxia a diferentes cargos de la jerarquía eclesiástica. Las víctimas más famosas de este tribunal fueron el filósofo Giordano Bruno y el astrónomo Galileo Galieli con su famoso “Eppur si muove”. Recalcar, que la Inquisición Romana sigue existiendo como Congregación de la Doctrina de la Fe, desde el pontificado de Pablo VI en 1965, y cuya figura más destacada de 1981 a 1992 fue Joseph Aloisius Ratzinger, más conocido como Benedicto XVI.
Tras analizar el papel de la Inquisición católica, pasamos ahora al otro lado de la tortilla, la Inquisición protestante. Si los unos perseguían a conversos, heterodoxos o herejes, los otros se centraron en católicos allá donde iban. Podemos decir que los protestantes cayeron en el mismo error ya que desde un principio esta Iglesia estuvo controlada por los príncipes electores o reyes como Enrique VIII, que pretendían abarcar no sólo el poder espiritual sino también el poder económico asociado al mismo y eso sólo se consigue con la persecución.
Uno de estos casos fue el ya citado, el de Miguel Servet. Este teólogo y científico español que no sólo escribió sobre la naturaleza de Cristo y la Trinidad (Christianismi Restitutio) sino también sobre la circulación de la sangre en el cuerpo humano. Tras salir de Aragón, para poder continuar sus estudios se dirigió a Lyon y después a París, donde conoció a Calvino y mantuvieron una relación epistolar. Ante esta relación espistolar, será acusado y encarcelado en Vienne, pero logra escapar con dirección a Italia. Camino a Italia paró en Ginebra, que se regía por los textos de Calvino para su gobierno, y allí fue detenido de nuevo y acusado de herejía ante sus negaciones de la Trinidad y la defensa del bautismo en edad adulta. La sentencia se cumplió el 27 de Octubre de 1553.
“Este hombre es un sabio, y pensó, sin duda, enseñar la verdad; pero cayó en poder del demonio. Tened cuidado para que no os suceda a vosotros lo mismo”.
Guillaume Farel, brazo derecho de Calvino, durante la ejecución de Miguel Servet.

Miguel Servet en la Facultad de Medicina de la Universidad de Zaragoza.
Para finalizar, este intelectual fue duramente perseguido por ambas inquisiciones y ambas iglesias, por lo que podemos decir que ni unos fueron tan buenos ni otros tan malos, sino que ambos actuaron de igual manera y lo único que se vio mermado en la Europa del s. XVI y XVII fue la ciencia y la cultura, ya sea en la figura de Servet o de Galileo.
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