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Una muerte en el mentidero

  • Foto del escritor: Diego Alatriste
    Diego Alatriste
  • 24 oct 2016
  • 2 Min. de lectura

Hace poco publicamos un artículo sobre el duque de Lerma y sus tejemanejes por la corte, pero hoy y al hilo de este mismo artículo queremos hablar de una figura contemporánea a Francisco de Sandoval. Este curioso personaje fue poeta, mujeriego, vecino de la calle Mayor, noble y miembro de la corte, no es otro que Juan de Tassis y Peralta, conde de Villamediana.


Juan de Tassis, desde su infancia, se movió por ambientes cortesanos y humanistas ya que su padre ostentaba el cargo de Correo Mayor y gentilhombre de la Casa del Rey. Nuestro personaje pasó a ser alguien relevante en la corte cuando se casó con Ana de Mendoza, familiar de otro poeta como era el Marqués de Santillana, coincidiendo con el traslado de la capital a Valladolid y cuando en 1607, tras la muerte de su padre, ostentó el título de conde.


Ubicación del palacio de Villamediana, calle coloreros con calle Mayor.

A partir de este momento, el conde se convertiría en una persona agresiva, déspota y mujeriega que darían lugar a una imagen de libertino y amante del lujo dentro de la Corte, ya que se decía que era amigo de coleccionar piedras preciosas, naipes o caballos. A raíz de estos excesos y los constantes ataques, ya fuese con la pluma o con la espada, a demás nobles y Grandes de España. Uno de los enfrentamientos más sonados fue cuando denunció y condenó los excesos del duque de Lerma y Rodrigo de Calderón, además a él se le atribuyen los famosos versos: «Para no morir ahorcado, el mayor ladrón de España, se viste de purpurado». Esto le costó su segundo destierro a Andalucía durante los últimos años del reinado de Felipe III y no pudo regresar a la Corte que fue coronado Felipe IV y gracias a los favores del conde duque de Olivares.


Al año siguiente de su regreso, el conde volvía a su palacio de la calle Mayor con Luis de Haro, hijo del marqués de Carpio, el día 21 de agosto de 1622 a eso de las nueve de la noche cuando de repente una saeta de ballesta hirió mortalmente al conde en el cruce de la calle Mayor con la travesía del Arenal. Tras esto el cuerpo fue llevado a la iglesia de San Felipe, junto al mentidero del que salieron todo tipo de especulaciones sobre la muerte. Unos decían que si fue el rey por celos hacia el conde que pretendía a Isabel de Borbón y otros decían que fue el de Olivares el que dio la orden por unas sátiras que circularon atribuidas a Juan de Tassis.


Muerte del conde de Villamediana. Manuel Castellano


Fue tal el revuelo por toda la Villa y Corte que circularon infinidad de versos sobre el acontecimiento, algunos de ellos atribuidos a grandes del Siglo de Oro:

“Mentidero de Madrid decidme, ¿quién mató al conde? Ni se sabe, ni se esconde. Sin discurso, discurrid: dicen que le mató el Cid, pues era el conde Lozano, disparate chabacano. La verdad del caso ha sido que el matador fue Bellido y el impulso soberano”.

Luis de Góngora.

“El conde murió un tanto juvenil

por ser mucho Juvenal”

Félix Lope de Vega.



 
 
 

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© 2016 por Alejandro Nieto Tapia y Julio Sandoval Márquez.

No saber lo que ha sucedido antes de nosotros es como ser incesantemente niños. 

Cicerón (106 a.c.-43 a.c.)

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